PROGRAMA NACIONAL CIENCIA Y JUSTICIA

Federico Arena: un filósofo del Derecho que estudia la discriminación agazapada en las decisiones judiciales

La investigación del Dr. Arena, investigador del CONICET, se da en el campo de los estereotipos que circulan en el mundo judicial.


Una mujer da testimonio de la violencia sexual que sufrió de parte de su pareja pero los jueces del Tribunal, por alguna extraña razón, desestiman su testimonio o lo consideran poco creíble. “Eso puede deberse a muchas razones –asegura Federico Arena, abogado por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y doctorado en Génova-, pero probablemente tenga que ver con su condición de mujer: es parte de los prejuicios basados en estereotipos que en ocasiones los jueces tienen frente al testigo”.

El ejemplo se desprende del estudio de sentencias Discriminación de Género en las decisiones judiciales, Justicia General y Violencia de Género, publicado en 2010 por la Defensoría General de la Nación. La explicación que da Arena, que también es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), nace de sus propios estudios en el campo de los estereotipos que circulan en el mundo judicial, estudios que comenzó en 2014 y que cuatro años después, como miembro del Programa Nacional Ciencia y Justicia, expone como parte de las capacitaciones sobre teoría y técnicas de la interpretación que brinda a abogados, fiscales, autoridades máximas y agentes del sistema judicial (ver recuadro).

 

Deconstruyendo la Justicia

En los albores de su vida académica, Arena cursó un doctorado en Filosofía del Derecho en la Università degli studi di Genova, Italia, que lo hizo conocer la “teoría de la interpretación”, el segmento de la disciplina que se concentra en cómo identificar si un juez se equivoca o no cuando interpreta el derecho: si está basando su decisión en las leyes o si su decisión puede estar ceñida a razones políticas. Siguiendo esa línea, Arena vislumbró que el estudio de los estereotipos agazapados detrás la interpretación de un juez podían iluminar el difuso campo de las decisiones que se toman a diario en los tribunales del mundo y de Argentina.

Pero, ¿qué son los estereotipos? Son generalizaciones: enunciados que atribuyen relaciones probabilísticas y pueden ser verdaderos o no. “Suelen ser modos un poco apresurados de asociar ciertos rasgos con grupos sociales”, explica Arena. “Pueden ser positivos y negativos: cuando estereotipamos sostenemos que una persona tiene cierta característica por tener un determinado rasgo o pertenecer a un grupo social. Por ejemplo, que ´las personas asiáticas son buenas en matemáticas´, o ´los cordobeses son buenos humoristas´, pero también que ´los cumbieros son violentos´ o ´los chilenos son antipáticos´”. Lo importante, sostiene Arena, es tener una base estadística que certifique todas esas aseveraciones. “Si yo digo que los asiáticos son buenos en matemáticas, tengo que hacer un test para saber si son realmente buenos, estadísticamente hablando”.

La misma idea, pero traspolada al universo de lo judicial, implica estudiar si los jueces toman o no sus decisiones ejerciendo discriminación por el uso de estereotipos. “Mi investigación pretende identificar y sistematizar bajo cuáles criterios los jueces deberían considerar a un estereotipo rechazable o con base estadística no rechazable, dado que los criterios para saber cuándo un estereotipo es perjudicial o no son complejos”, explica el abogado del CONICET.

En ese plan, Arena distingue dos modos de uso de los estereotipos: uno descriptivo y otro normativo. Decir “los italianos son buenos cocineros” es estereotipar para describir cómo son los italianos. “Esos estereotipos se pueden contrastar con evidencia empírica, para ver si es cierto que encontrarse con un italiano aumenta la probabilidad de encontrarse con un buen cocinero”, explica el investigador del CONICET. Los estereotipos normativos, en cambio, son aquellos que imponen a los miembros de una categoría social un determinado rol. Ya no pretenden describir, sino normar o guiar el comportamiento. “Un ejemplo de eso –dice Arena- es el enunciado ´las madres deben ser amas de casa´: ahí no hay preocupación por el hecho de que saber si estadísticamente es cierto que hay una relación entre ser madre y ser ama de casa. Lo que está diciendo es que, si una mujer tiene hijos, tiene que ser ama de casa. Le está imponiendo un rol. Ahí la cuestión estadística no es tan relevante porque el estereotipo no pretende describir”.

Lo que propone, en esos casos en los que no existe estadística o receta que pueda certificar los estereotipos, es analizar si se trata o no de generalizaciones opresivas. “Estudiar si la persona a la cual se le aplica el estereotipo se reconoce en esa norma, en ese rol que se le impone o no”, explica Arena, y da un ejemplo. “Mi identidad como Filosofo del Derecho involucra, entre otras cosas, el rol de publicar artículos. Así como por ejemplo el rol de un Lonco Mapuche es resolver conflictos dentro de la comunidad. Hay algunas normas que nos imponen roles en los cuales nosotros nos identificamos porque precisamente nos identificamos con este modo de actuar precisamente con esa identidad. Pero hay otras que son opresivas, que intentan imponernos de afuera un rol. Entonces, el estereotipo de las ´madres deben ser amas de casa´ es opresivo cuando se le impone a una persona que no se identifica en ese rol, que no considera parte de su identidad, por ejemplo, desarrollar esas actividades”.

 

El lado luminoso

Si son correctos y tienen base estadística, los estereotipos tienen su lado positivo: en esos casos permiten tomar decisiones acerca de un individuo sin conocerlo completamente. “Si yo conozco una generalización según la cual los perros Bull Dog son peligrosos, aún si no sé si el perro que tengo frente a mi es peligroso, pero sé que es un Bull Dog: lo voy a tratar como peligroso. A veces eso funciona, pero si el Bull Dog pertenece a un tipo de perro que ha sido maltratado en el pasado, directamente en lugar de reaccionar sobre base del estereotipo, parece que hay razones para averiguar si ese Bull Dog es peligroso o no y tratarlo según sus propios rasgos y no sobre la base de una generalización”, señala Arena. “A veces –agrega- el uso de las generalizaciones está justificado, pero a veces cuando se trata de grupos desfavorecidos -mujeres, personas de bajo estrato social u homosexuales- parecería que en lugar de recurrir rápidamente a una generalización es mejor decidir sobre la base de los rasgos o las propiedades del individuo”.

¿Son muchos los estereotipos que operan en los casos judiciales? “Si –dice Arena-: hay muchos ejemplos. Quizá los más comunes son de extracción social y género, pero hay numerosos ejemplos en casos concretos”. Arena cita ciertas sentencias de Estados Unidos, en las que muchos acusados de color negro sufrieron más pena que personas blancas, solo por sus rasgos de piel. “En esos casos, la ambigüedad da pie a que la gravedad de la pena varíe en torno a los estereotipos. Y no sólo sucede en la interpretación sino también en la valoración de la prueba –agrega Arena-. Ahí es quizá donde tiene mayor incidencia: por ejemplo, en la credibilidad de los testigos”. En ese vórtice aparece la discriminación contra la mujer que iluminó la Defensoría General de la Nación en su publicación de 2010.

Otro ejemplo similar es el caso español Gonzales Carreño, en el que una mujer se había separado de su marido y, a pesar de los testimonios que ella había brindado alegando que el marido era violento, al hombre le confirieron visitas para que la hija lo viera. En una de esas visitas, el marido mató a la hija y luego se suicidó. El caso, entonces, llegó al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. “Ahí se advirtió que las decisiones de los jueces se habían apoyado en distintos estereotipos. Uno de esos estereotipos era que el padre debía tener contacto con los hijos y que la madre tenía que criarlos al separarse. Y también operó otro estereotipo: el de la credibilidad de la mujer como testigo. A partir de ese estereotipo que niega credibilidad a los dichos de las mujeres el juez duda de que efectivamente el hombre sea violento y otorga la visita. Ese es un caso paradigmático”, indica Arena. En ese caso, a la mujer involucrada el Estado español deberá pagarle la indemnización que se le había negado durante veinte años.

Se le suele achacar a la Filosofía del Derecho que es una disciplina muy teórica y analítica, que ordena los conceptos que usan los juristas en sus sentencias, y en ese cúmulo de categorías se aleja de la realidad de lo que sucede en la práctica jurídica. “A veces es una crítica acertada –coincide Arena-: a los filósofos nos gusta estar sentados en el sillón y reflexionar”. Aunque advierte: “A veces, sin embargo eso se debe también a la falta de material empírico para usar en las investigaciones conceptuales”. Arena logró sortear ese camino errático a través de su estudio de los estereotipos. Para desarrollar su línea de investigación, se apoyó en bibliografía y lectura de sentencias en las que intentó e intenta identificar las técnicas usadas por los jueces, donde puedan estar involucrados estereotipos. También, en trabajos de Ciencias Cognitivas y Sociología acerca de cómo los estereotipos son adquiridos e influyen en nuestro comportamiento y en la relación con otros grupos. “Esos estudios me permitieron involucrar las herramientas analíticas con cuestiones empíricas, aprovechando ese caudal de investigación ya existente… y analizar conceptualmente a partir de resultados de investigaciones empíricas, metiéndome en el barro”, advierte. “Porque en definitiva, estudiar los estereotipos –concluye- es un poco hacer gramática, deconstruyendo las decisiones, y también hacer terapia: sanar ciertos aspectos defectuosos del Derecho”.

 

 

 

CAPACITACIÓN DENTRO DEL PROGRAMA CIENCIA Y JUSTICIA

La capacitación que brinda Arena sobre Teoría de la Interpretación para los Poderes Judiciales, es una especie de caja de herramientas en la construcción de dos premisas: la premisa fáctica, es decir, identificación de hechos; y la premisa normativa, o sea, la identificación de las normas. “A veces se asume que es una tarea sencilla y automática, pero tiene un montón de problemas teóricos y políticos que los mismos jueces advierten. Entonces, la capacitación involucra tantas cuestiones más generales de teoría de interpretación y teoría de las normas -en qué consiste interpretar, qué es una norma-, y un abordaje ya un poco más específico de las distintas técnicas o métodos interpretativos que utilizan los juristas para identificar normas y asociar un significado al texto creado por el legislador”, explica el investigador.

A lo que apunta este curso es a deconstruir esa caja de herramientas de la que se valen los juristas: “Identificar cuáles son éstas técnicas admitidas, cuáles son los criterios de corrección que imponen esas técnicas y precisarlas. Ver si hay contradicciones entre los criterios, ambigüedad, precisarlas y ofrecer el resultado de ese trabajo a los que tienen que interpretar”.

 

Instituciones públicas y privadas referidas al Derecho pueden solicitar esta capacitación escribiendo al correo a cienciayjusticia@conicet.gov.ar

 

Por Cintia Kemelmajer
https://www.conicet.gov.ar/federico-arena-un-filosofo-del-derecho-que-estudia-la-discriminacion-agazapada-en-las-decisiones-judiciales/