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Washington Post destaca el trabajo de becario doctoral del CONICET
Santiago Schauman participó de una nota sobre las áreas protegidas del mundo contempladas por la ONU.
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El Washington Post publicó el artículo “Can we save nature with crazy shapes?” (¿Podemos salvar la naturaleza con formas locas?), donde hace referencia al trabajo publicado en Nature Sustainability, donde Schauman, Peñuelas, Jobbágy y Baldi analizan las formas de más de 200,000 áreas protegidas alrededor del mundo. Se trata de una nota del reportero Harry Stevens (quien formó parte de un equipo de periodistas que ganó el Premio Pulitzer 2020), quien consultó a varios referentes de la temática, destacando la importancia de las áreas protegidas y su incidencia en la protección de la tierra, la vida silvestre y la naturaleza.
El artículo realizado por el medio norteamericano —en su versión web— es de carácter interactivo y destaca que “las Naciones Unidas quieren preservar el 30 por ciento del hábitat natural del mundo” y por ello “Realiza un seguimiento del progreso hacia ese objetivo con una base de datos de áreas protegidas”. Sin embargo, el estudio Schauman y colegas pone en debate este objetivo nacido el 19 de diciembre de 2022.
¿Por qué? Porque los países de todo el mundo informan el porcentaje de superficie dedicada a las áreas protegidas, pero no detallan que formas que tienen estas áreas.
Según el reportero del Washington Post, “los autores encontraron muchas áreas protegidas perforadas con agujeros, como trapos comidos por las polillas. Algunas áreas son estrechas y contorsionadas y giran como fideos. Otras parecen tableros de ajedrez rotos y derretidos”.
Según el becario doctoral del IMASL (CONICET-UNSL), “el tamaño importa, pero la forma también”. No es lo mismo proteger áreas compactas que buscan alejar las presiones humanas de su interior que áreas muy próximas a sus bordes. Schauman y sus colegas descubrieron que un tercio de toda la tierra protegida del mundo está a menos de dos kilómetros de sus bordes, exponiendo a la vida silvestre a distintos niveles de presión humana.
"El reportero y columnista Harry Stevens me contactó. Intercambiamos correos electrónicos y tuvimos algunas reuniones virtuales para discutir el trabajo y explorar el fenómeno en los Estados Unidos, donde se centró el enfoque de la nota. Al contar con opiniones de varios expertos en conservación estadounidenses, la nota quedó muy completa", explicó Santiago Schauman.
En el artículo del Washington Post, Schauman permite realizar un recorrido virtual por las extrañas áreas protegidas de Estados Unidos. Sin embargo, el becario doctoral del IMASL sostiene que estos patrones pueden encontrarse en todo el planeta.
“Las áreas protegidas muy expuestas a la presión humana pueden dificultar la protección. Las ciudades y granjas cercanas pueden enviar aguas pluviales contaminadas al agua. El ruido de las carreteras y contaminación lumínica puede afectar a la vida silvestre. Las aves pueden chocar con líneas eléctricas y torres celulares, y así”, sostuvo remarcando que a medida que la presión sobre los recursos naturales se acelere, la presión sobre áreas protegidas no hará más que aumentar.
El artículo finaliza con una pregunta de Harry Stevens “¿Garantizan estas formas la conservación de la naturaleza a largo plazo? Por un lado, a menudo son las únicas formas disponibles”. Pero Schauman argumenta que “debemos al menos reconocer que el gran plan de la ONU para salvar la biodiversidad tiene a menudo menos que ver con preservar vastas extensiones de naturaleza que con reportar un mosaico de polígonos contorsionados”.
Nota original aquí
Por Guido Tonelli – Área de Comunicación CONICET San Luis